Por la Comandante A.
Desde hace algunas semanas se ha armado en México una polémica sobre la legalización del aborto. Cuando la noticia salió, muchos celebraron los nuevos rumbos que parece tomar México en materia de salud y de madurez cultural. Sin embargo, los mexicanos, y en especial, las mexicanas hemos sido bombardeadas con anuncios, comerciales y espectaculares con el lema "No abortarás: es lo mismo "No Matarás" (entre muchos otros)
Señores, quiten sus sucias manos de nuestras vaginas y dejen a las mujeres mexicanas decidir si tienen un bebé o no.
Les dejo a continuación con el texto que la Comandante A ha escrito sobre este tema:
Semanas y semanas pasan y la polémica sigue. Los personajes más y menos capacitados en el tema hacen sus declaraciones al respecto de la despenalización del aborto: que si la iglesia católica va a excomulgar a los legisladores, que si los perredistas han sido amenazados de muerte, que si gracias a que su mamá no abortó, Chespirito ha contribuido al estancamiento neuronal de tantas generaciones de mexicanos y latinoamericanos, que si "gracias" a ProVida la ex-niña Paulina tuvo que madurar a madrazos tras una violación con premio... Todo menos un debate concienzudo y real de la conveniencia (o no) de regularizar una práctica que ha estado, está y estará presente incluso (o sobre todo) en las casas de los "mochos bien".
Pero en estos últimos días se han destacado dos personajes (al menos desde mi punto de vista) Ambos han aparecido en las páginas del periódico Reforma, mi fuente favorita de datos mal puestos y titulares sensacionalistas.
El primero, al que le dieron la primera plana de la sección Gente, el "actor y productor" Eduardo Verástegui, ex-Kairo y protagonista del churraxo Chasing Papi, que avisa y amenaza que va a tener una audiencia con el Papa, en la que acusará a todos esos asesinos y cobardes que promueven "una ley que mata a los niños indefensos". También dice que va a aprovechar su estatus de figura pública para apoyar a sus "hermanitos y hermanitas no nacidos". Y yo pienso ¿Cómoooooo? ¿De dónde? ¿A qué hora este personaje saltó de la piel de tigre y el aceite para convertirse en adalid de la moralidad?
Otra joya: "Necesitamos despertar, salirnos de nuestra comodidad y trabajar para salvar vidas: tanto las de los bebés como las de las madres, porque cuando una mujer se da cuenta de lo que hizo, comienza a morir en vida" ¿Pues cuántos abortos se ha hecho este compa que es capaz de conocer tan bien lo que pasa en una mujer tras haberse decidido a abortar?
Lo que me aterra no es que el fantoche éste me acuse o no con Nazinger Z, perdón, con Benedicto XVI el viernes que vaya a Roma, sino es que éste es el tono de todas las personas con los medios (económicos, de comunicación) para hacer saber su opinión: ¿han visto el terrorismo en forma de espectaculares y bardas con leyendas como "no matarás, no abortarás" y similares? Mi favorito es en el que te piden que seas el "héroe" de tu hijo y le salves la vida, pues ahí balconean el asunto de fondo: estas campañas surgen desde el machismo del que cree que tiene el derecho controlar incluso el ciclo reproductivo de sus mujeres, pues estas son incapaces de hacerlo por ellas mismas. Porque, a fin de cuentas ¿no tendría que ser la madre la "heroína" que decide conservar al chamaco? Nooo. Ellas, pobres, en su condición de menores de edad ante los machines, necesitan príncipes azules y guías espirituales que las lleven por el camino del bien hacer, aunque por detrás de las fachadas santurronas se oculten gays de clóset, esposos adúlteros o sacerdotes pederastas.
Mi segunda imagen "favorita" de la semana es ésta:
Particularmente por la frase "...Ya me mataron a un hijo, ya no me maten a más" que según no-se-quién es el "Sentimiento de Nuestra Virgen del Tepeyac". ¡Oooooorale! ¿Quién recibió el mensaje? ¿Eduardo Verástegui? ¿Por qué no supimos que se había vuelto a aparecer "la niña, la madrecita de todos los mexicanos"? ¿Se apareció en las oficinas de ProVida? ¿O en donde sea que atienda Paola García Reina, la que firma como "Responsable de la publicación"? Y por otra parte ¿sólo le han matado UN hijo a la virgencita de Guadalupe? ¿No que es la madre de TODOS los mexicanos? Porque, incluso poniendo por caso que, hasta 1531, año en que se le aparece al flamante santo Juan Diego, a la Virgen le valiéramos madre los de estas tierras, no me salen las cuentas. Antes de 1531, puede ser, pues no había reclamado propiedad de los indiecitos de almas puras (otros menores de edad para efectos de nuestra sociedad racista). Pero, ¿a poco desde entonces no han matado a ningún mexicano injustamente? ¿o será que sólo le interesan nuestros "hermanitos no nacidos"? ¿será la virgen de Guadalupe una madre que favorece a unos y otros no? De ser así ¡Qué poca madre!
Y qué poca madre también de los organizadores de las marchas anti-aborto, que en vez de usar argumentos REALES, utilicen imágenes incrustadas en el inconsciente colectivo, se aprovechen de devociones religiosas, y provoquen fanatismos, todo con tal de evitar que la gente piense y decida libre de maniqueísmos y apelaciones místicas. Con tal de que las mujeres sigan asumiendo que su finalidad en la vida es ser madres, como la virgen, y seguir sosteniendo que la que no lo quiera así merece consumirse en las llamas del infierno, o ser apedreada por su atrevimiento.
¿Cuántas veces uno de estos funcionarios/actores/sacerdotes ha sentido esos nervios tan particulares al aproximarse los días de la menstruación? Porque, no importa lo protegido de las relaciones, hasta que no aparece la primera mancha, la mujer que no quiere hijos, no respira tranquila, y siempre ronda la sensación de que ese vientre está hecho para gestar otros cuerpos. Aunque fuera una vez, todos ellos deberían pasar la angustia de los días de retraso, antes de ponerse a opinar sobre lo que una mujer debe o no hacer con su vagina.
Abortar un hijo no es una decisión gustosa, no es un placer. Es una decisión que se toma con miedo y que se vive en el día a día; que cada tanto, como los viajes de ácido, suelta una dosis de culpa que recuerda que se eludió el "buen camino". Sin embargo, es necesario que quien elige esto pueda hacerlo respaldada médicamente, psicológicamente, culturalmente. Sin pseudoactores, pseudocomunicadores o pseudosacerdotes vociferando su condena como añadidos siniestros a un proceso del que desconocen su totalidad.
