Monday, November 13, 2006

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Los invasores somos unos ñoños: podemos pasar hoooras discutiendo los aspectos más oscuros de la cultura pop, nos disfrazamos para ver películas de terror / sci-fi, y el culmen de nuestras fiestas llega cuando suenan los primeros acordes de cualquier canción de Creedence.

Obviamente, nuestra ñoñez incluye un gusto casi enfermizo por las caricaturas, dibujos animados, o como prefieran llamarlos.

Sin embargo hemos notado que de un tiempo a esta parte hay ciertos sujetos a los que se les llena la boca recitando de memoria a los personajes de Don Gato, o hablando de la Señorita Cometa, aunque lo único que quede sean vestigios borrosos en b/n, o de cualquier caricatura o programa denominado como cool por el primo cool-condechi.

A lo que vamos es: ¿por qué siempre que vas a alguna reunión o fiestecilla y sale el tema de las caricaturas de antaño, siempre se mencionan las MISMAS caricaturas? Como si decir que "Weeeey, te acuerdas de Don Gato?" te posiciona inmediatamente en el lugar confortable de la reunión? Vaya, con ese tema, ya estás "dentro". No te has preguntado por qué nadie habla, por ejemplo, de "La Ballena Josefina"? o que tal, "Thundarr El Bárbaro"?, "El Pequeño Cid"? Alguien?

Tomemos por ejemplo, a La Ballena Josefina. La historia se trataba de un niño, un poco geek por cierto (poco?), que tenía por amiga a una ballena que guardaba en un vaso de agua (!) Qué otro tipo de ácido u hongo podría haberte alucinado a los 9 años?

¿Qué tal Yam Yam y el Genio? Aquélla del niño que tenía que estornudar para controlar que el genio entrara y saliera de la lámpara; y bostezar para que la hija del genio hiciera lo propio. Y que entre secuencia y secuencia salía un señorcito que en nuestro doblaje decía "¿Y qué pasó entonces?" a veces borrachín, a veces acalorado, según lo que pasaba en la historia.

¿O la alucióngena alberca de Tallarines del villano de LulaBell?

Tal parece que, en el estrecho universo del wannabe cool, sólo existen las caricaturas para que lo legitimen como alguien chido; no creo que recuerden las tardes o las mañanas supervacacionistas en las que dejábamos que Hannah Barbera y los nipones invadieran nuestros jóvenes cerebros. No sienten ningún afecto por las caricaturas más allá del que sienten por sus zapatos cool o sus relojes cool.

No es que nos moleste que un empleado bancario vea caricaturas, todo lo contrario, entre menos estrechos haya en el mundo, mejor; la cosa es que a estos nuevos-fans no les interesa que los personajes de las caricaturas estén bien diseñados, que la música que acompaña las peripecias no tenga madre, o que simplemente los gags sean los más divertidos del mundo.

No.

Lo único que les interesa es comprar el DVD (nótese que la palabra clave es comprar antes que disfrutar) y tenerlo en la colección para poder formar parte del colectivo A que en algún momento marcó a Don Gato como lo cool. Lo que este pobre iluso no sabe es que los caza-tendencias hace años que no pelan a Cucho, Benito y compañía, pues "la onda" hoy es seguramente otra cosa.

Otra cosa que nosotros, los invasores ignoramos, pero que no nos importa, porque para eso tenemos nuestras fiestas de disfraces y Creedence.


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